Los
expertos en sectas
(Fuente:
© Rodríguez,
P. (2000). Adicción
a sectas. Barcelona: ©
Ediciones B., capítulo 33, pp. 288-290)
Ante
un caso de sectarismo pueden intervenir diferentes clases
y niveles de expertos: consejeros especializados en problemática
sectaria, terapeutas, abogados, ex miembros de sectas y consultores
en diferentes disciplinas específicas.
Acudir
desde el principio a un buen consejero especializado en problemática
sectaria puede ahorrar muchas angustias, actuaciones erróneas
y lesivas y situaciones conflictivas de todo tipo. Un consejero
puede ayudar a los afectados a poner en orden sus problemas,
valorar la situación, colaborar en la recogida de información,
diseñar estrategias adecuadas, proponer tratamientos específicos,
derivar el caso a otros profesionales cualificados cuando
sea necesario, etc. Llegado el momento, un buen consejero
sabrá también cómo organizar encuentros con el sectario
a fin de intentar rebajar y/o anular su nivel de sectadependencia
y ayudarle a recuperar la normalidad.
En
el caso de que se decida acudir a algún consejero, debe tenerse
en cuenta, antes que nada, su experiencia en este campo, su
independencia ideológica y su objetividad y capacidad profesional.
Se da con frecuencia el hecho de que personas que acuden en
busca de ayuda a un grupo antisectario salen de él aterrorizadas
—ya que les generan un miedo infundado hacia la «secta» y
las posibles consecuencias para su familiar—, mucho más confusas
y sin pautas de actuación útiles para poder encarar la resolución
de su problema; en otros casos, se atribuyen causas sectarias
a conflictos que son absolutamente ajenos a ellas, o se confunde
por «síntomas sectarios» lo que son evidentes trastornos psicopatológicos,
con lo que se retrasa el tratamiento clínico adecuado y se
ocasionan perjuicios fácilmente evitables.
La
inmensa mayoría de los conflictos y trastornos que giran alrededor
de la problemática sectaria deberían ser tratados por algún
psicólogo/a cualificado/a y/o por un equipo multidisciplinar
en el que prime el papel del psicólogo. La intervención psiquiátrica,
siempre coordinada con el psicólogo/a de referencia, sólo
será imprescindible para abordar los cuadros psicopatológicos
graves y controlar las necesidades farmacológicas coadyuvantes
para el tratamiento psicoterapéutico de algunos procesos depresivos,
ansiosos u otros. En función de la amplia experiencia de este
autor en el ámbito que nos ocupa, consideramos —y así trabajamos
desde el EMAAPS—
que la orientación terapéutica que ofrece más posibilidades
es la sistémica.
Los
profesionales formados en terapia familiar sistémica estudian
a la persona teniendo en cuenta su «red interaccional» con
su entorno inmediato —que normalmente es la familia—, pero
también en relación con otros contextos o grupos que pueden
estar influyendo en ella (contextos socioculturales, religiosos,
económicos, etc.). En esta orientación clínica, la familia,
o el entorno, o la «secta», no son vistos como «los culpables»
o «los causantes de la situación» (es decir, como causalidad
lineal), sino que tienen en cuenta la dinámica de relaciones
que se ha establecido y las influencias recíprocas entre la
persona y su contexto (causalidad circular).
En
el abordaje sistémico se considera que los problemas nacen
en la familia y afectan en mayor o menor grado a todos sus
miembros. La conducta de una persona no puede entenderse si
no es en relación al resto de las conductas de los otros miembros
del sistema familiar, ya que cada conducta de uno influye
y mantiene la de los demás. La psicóloga
con la que habitualmente atiendo los casos en el EMAAPS
sostiene —coincidiendo con la tesis que vengo manteniendo
desde hace muchos años— que «no se puede entender a un sectario
si no se tienen en cuenta todos los elementos o situaciones
que le influyen y que hacen que el estar en una secta tenga
sentido para él».
En
muchas ocasiones habrá que decidir sobre cuestiones que requieren
algún tipo de asesoramiento legal. Un consejero bien formado
podrá aportar una primera orientación, pero con frecuencia
será necesaria la consulta a un buen abogado y la contratación
de sus servicios. Con los abogados pasa algo parecido a lo
que ya comentamos respecto a los detectives, así que hay que
procurar elegir a un buen profesional que sea de confianza
—y tanto mejor si ya ha trabajado anteriormente en asuntos
de «sectas»— y no olvidar que las minutas por asuntos legales
son elevadas, por lo que conviene meditar mucho lo que se
vaya a emprender antes de darle carta blanca a un letrado
(ver el capítulo XIV).
Los
ex miembros de sectas pueden ser necesarios en el momento
en que se aborde la salida de un sujeto del grupo al que pertenece.
En esa tesitura pueden adquirir un papel de cierta relevancia
frente a determinados perfiles de sectario,
pero en la mayoría de casos no resulta indicado recurrir a
esta figura de referencia. En cualquier caso, será preciso
que cualquier ex miembro que se implique en un tratamiento
haya sido formado previamente para asumir un rol próximo al
de co-terapeuta y deberá actuar siempre bajo la dirección
de un consultor experto. De ser necesaria su presencia, será
el propio consultor quién se encargará de localizar a los
más apropiados para cada caso.
Por
último, ante situaciones anormalmente complejas, no debe perderse
de vista que existe la posibilidad de recurrir a consultores
en diferentes disciplinas específicas —yoga, nutrición, religión,
medicina...— y ajenas al ámbito particular de las «sectas»,
que pueden abrir nuevas vías de solución o aportar posturas
sólidas y novedosas a cualquier discusión relacionada con
sus respectivos campos de competencia.
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