Crítica
a la hipótesis cristiana del "diseño
inteligente"
El artículo
que presentamos aquí fue publicado por los doctores Eustoquio
Molina y Manuel Tamayo en la revista científica Interciencia,
en septiembre de 2007, volumen 32, número 9. Dado el interés
siempre candente de esta cuestión y la autoridad académica
de sus autores, recomiendo vivamente su lectura.
Argumentos y datos científicos interdisciplinares
sobre las imperfecciones del diseño evolutivo
Por: Eustoquio Molina (Doctor en Ciencias Geológicas,
Universidad de Granada, España. Catedrático de Paleontología,
Universidad de Zaragoza, España) y Manuel Tamayo
(Magíster en Ciencias Biológicas, Universidad de Chile.
Doctor en Didáctica de las Ciencias Experimentales, Universidad
de Granada, España. Profesor de la Universidad Católica
del Maule, Chile).
RESUMEN:
El argumento del diseño inteligente es muy débil porque
puede formularse al contrario de como lo hacen sus seguidores. En
este sentido, se ponen de manifiesto distintas imperfecciones del
diseño del universo y de la Tierra, la cronología
geológica de la aparición de la vida en millones de
años, la existencia de formas y especies fósiles intermedias
y ejemplos de filogenias muy significativas. Igualmente, numerosos
ejemplos del diseño evolutivo de los seres vivos, muestran
que el diseño de los organismos dista mucho de ser óptimo,
como el que se conseguiría si lo realizara un diseñador
inteligente de forma instantánea, con piezas nuevas y con
todos los materiales a su disposición; pero es suficientemente
bueno como para adaptar al organismo a las nuevas necesidades ambientales.
La selección natural es ciega, no finalista e imprevisora,
aprovecha los limitados órganos de los antecesores y la ventaja
inmediata; de manera que los modelos inicialmente simples se van
refinando a través del tiempo y a veces se diversifican hacia
usos imprevistos. Estos datos de tipo interdisciplinar, principalmente
geológicos y biológicos, contradicen los argumentos
de la estrategia del diseño inteligente, tales como su conjetura
de la complejidad irreductible.
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CONCLUSIONES:
En
consecuencia, el diseño del mundo es imperfecto y el de los
seres vivos dista mucho de ser óptimo. Se explica plausiblemente
como el resultado del mecanismo de la evolución y no resulta
necesario ni científico apelar a un diseñador sobrenatural.
El argumento del diseño inteligente no es una explicación
científica porque se basa en la acción de fuerzas
super-naturales omnipotentes y la ciencia se basa en hechos verificables
del mundo físico real, explicando lo complejo a partir de
la evolución, por causas naturales, desde algo más
simple, lo cual es más lógico y plausible. Los antievolucionistas
evocan la existencia de un Diseñador, que por lógica
debe ser complejo y perfecto, lo cual siguiendo el mismo razonamiento,
debió ser creado por un Supercreador, aún más
complejo y perfecto, y así hasta el infinito. Por lo tanto,
lo que se quiere explicar se ha convertido en su propia explicación.
Muchos científicos rigurosos en su especialidad no conocen
suficientemente el evolucionismo y observan impasibles el sensacionalismo
antievolucionista. Los científicos que militan en las organizaciones
creacionistas no investigan y no son expertos en evolución,
y aquellos pocos que parecen investigar, como ocurre con algún
proponente del diseño inteligente, están muy condicionados
por sus ideas religiosas e interpretan los datos de forma no plausible
y sesgada. Este sería el caso de Michael J. Behe, cuyo proceder
con la estrategia del diseño inteligente parece sobrepasar
la sana heterodoxia, llegando a constituir un caso de ciencia patológica
y su “teoría” una pseudociencia más sofisticada que
la del creacionismo “científico”.
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