Pepe Rodríguez

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Manifiesto en favor de permitir el matrimonio entre católicos y también la adopción de hijos

 

... la Red es rica en respuestas irónicas, inteligentes y sensatas a las propuestas insensatas que, con demasiada frecuencia, se lanzan desde la cúpula católica y desde lo más granado de sus seguidores más indocumentados y reaccionarios.

En este caso, el texto que reproducimos más abajo se hizo circular, a través de e-mails, como respuesta a las campañas católicas en contra de determinados derechos civiles, como el derecho del colectivo homosexual al matrimonio civil y a la adopción de hijos.

Bajo la forma de un presunto manifiesto de igualdad de derechos, se reclama el derecho de los católicos a poder casarse entre sí y a poder adoptar hijos, argumentando la petición de forma paralela, aunque en sentido contrario y democrático, a cómo lo hizo la cúpula católica y sus adlátres para intentar evitar la adquisición de estos derechos por los homosexuales.

La ironía y despropósito de este manifiesto supuesto, pone de manifiesto la barbaridad y el despropósito, en este caso muy reales, de los argumentos esgrimidos por los católicos en sus campañas contra los citados derechos.

***

Asunto: contra la discriminacion en el matrimonio y en la adopción

Estamos completamente a favor del permitir el matrimonio entre católicos. Nos parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Somos conscientes de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sabemos que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sabemos también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados sangrantes, pueden incomodar a algunos.

También comprendemos que los católicos, debido a creerse en posesión de la Verdad Absoluta y del Dios Verdadero, suelen ser intrínsecamente intolerantes con las demás religiones y creencias. Por ello,
históricamente, han torturado y llevado a miles de personas a la hoguera. Además, es cierto que han
impedido el avance de la Ciencia y del Conocimiento todo lo que han podido. Sirvan como ejemplo las
condenas a grandes sabios como Galileo, Copérnico o Giordano Bruno (a quien consideraron conveniente eliminar con algo de fuego). Sí, sabemos que dicha postura continúa en la actualidad: con su oposición a la investigación con células madre embrionarias pretenden frenar el avance de la medicina, impidiendo la curación en un futuro próximo de personas con enfermedades muy graves o terminales como Parkinson, diabetes o cáncer.

Algunos podrían acusarles de favorecer la muerte de millones de niños por SIDA en África y en otros
continentes, por su "antipatía" hacia los anticonceptivos. Y, vale, reconocemos que han apoyado a regímenes sangrientos con miles de muertos, como ocurrió en Chile, Argentina, España o Italia, por
citar sólo algunos. Otros nos comentan que eso sigue pasando hoy en día, ya que muchas personas con ideología católica han apoyado recientemente a gobernantes con creencias muy similares en su masacre a miles de seres humanos en otros países donde profesan una religión distinta (y casualmente hay petroleo). Y también soy consciente de que la Iglesia católica es una de las instituciones que más ha tratado de impedir el avance de los derechos humanos a lo largo de la historia, noción que tiene su origen en el laicismo y en la Ilustración.

Por si fuera poco, recientemente hemos asistido a la injerencia del Vaticano y de los obispos en la política de un gobierno elegido por el pueblo, menoscabando así la sana y democrática separación entre Iglesia y Estado. Pero esto NO es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio. Son también seres humanos, y creemos en la igualdad de derechos para TODOS. Además, no todos los católicos son tan depravados, fanáticos, fundamentalistas y asesinos. Nos consta que existen muchos católicos que son buenas personas, moderados, respetuosos con los demás, altruistas y con una conducta generalmente ética.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas.

También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos
podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por "el qué dirán" o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más
que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque
sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia pasamos a otro tema candente, esperando que nuestra opinión no resulte demasiado radical: también estamos a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con
exclamaciones del tipo de: "¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!". A ese tipo de críticas respondo: si bien es cierto que es posible que los hijos de católicos tengan una mayor
probabilidad de convertirse a su vez en católicos (hecho que no está claro que ocurra en la informática
o la homosexualidad, desde un punto de vista estadístico o científico), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás. Y eso a pesar de lo negativo y perjudicial que de ser católico pudiera derivarse, como ya se ha comentado. Además, la experiencia histórica nos ha enseñando que de dichas uniones entre católicos han salido hijos (naturales o adoptados) informáticos, homosexuales, tarotistas, psicólogos, ateos, físicos, comunistas, filósofos, escépticos, asesinos a sueldo, heroinómanos y mediums.

Además, y pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas contundentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente
sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Los tribunales de adopción deberán juzgar cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y por encima de los sesgados argumentos de algunos sectores, creemos que debería
permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.

 

 

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