Comunicado
de monseñor Milingo acerca de su boda con una miembro de
la secta Moon
Antecedentes:
Ante el culebrón
desatado por la boda del obispo Milingo, con una miembro de la organización
Moon, que ha supuesto las amenazas de excomunión del Vaticano
contra el prelado, las iras vaticanas contra "esa secta
del demonio", la posterior sumisión del peculiar obispo
a las reprimendas papales y que, al desaparecer de su hogar conyugal,
obligó a su afligida esposa a anunciar a la Prensa una huelga
de hambre si no aparece el "secuestrado" Milingo, con
el que anuncia que va a tener hijos... y bla, bla, bla...
Cabe apostillar
dos cosas:
1) Las relaciones
del Papa Juan Pablo II con la secta Moon siempre han sido buenas
ya que comparten una ideología ultraconservadora y fanáticamente
anticomunista. Así, por ejemplo, en 1985, el Papa Wojtyla,
a pesar del duro informe que contra la secta Moon había elaborado
la propia jerarquía católica --ver
documento escaneado en formato gráfico (44 Kb)--, recibió
en audiencia privada a la plana mayor de AULA (una entidad política
de la organización Moon) para apoyar y bendecir sus proyectos
en España y Latinoamérica. En la fotografía
del acto --ver fotografía (60 Kb)--
aparece, junto al Papa, el coronel Bo Hi Pak, lugarteniente de Moon,
diversos ex presidentes de países latinoamericanos asociados
a Moon, y algunos de sus colaboradores españoles.
2) Milingo,
tal como afirma en su propio comunicado, tenía bien clara
su adscripción a los ideales de los Moon y su voluntad de
casarse. No hubo error, por mucho que ahora cuente milongas sin
parar.
*************
Mayo de 2001
Comunicado de
Su Eminencia Arzobispo Emmanuel Milingo.
Nueva York; distribuido por la Federación de Familias por
la Paz y Unificación Mundial.
Como católico
bautizado desde la infancia, he dedicado toda mi vida a la Iglesia.
Desde mi ordenación en 1958 he llevado una vida de celibato
y he intentado servir a Dios con todo mi corazón, predicando
el evangelio de Jesucristo y sirviendo a Su pueblo. En ese proceso,
he servido fielmente a la Iglesia Católica como coadjutor,
párroco, arzobispo de Lusaka y como Delegado Especial para
Emigrantes y Desplazados, entre otras tareas. En todo ello, nunca
he buscado un puesto o una posición mundanos, siendo mi único
deseo servir al Señor, Su Iglesia y Su pueblo. El Espíritu
Santo ha sido mi consuelo y guía, y el Señor Jesucristo
y Su Santa Madre han iluminado mi camino. Le estoy especialmente
agradecido al Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, cuyo estímulo,
aceptación y apoyo nunca han
vacilado.
Ahora, a la edad de 71 años, después de toda una vida
de dedicación a la Iglesia y a mis votos sacerdotales, el
Señor me ha llamado para que dé un paso que cambiará
mi vida para siempre, y hará posible que sea un instrumento
de Su Bendición y Su Gracia para África y el mundo,
aunque también sé que también cambie mi relación
con la Iglesia católica. Doy este paso sólo en obediencia
al Señor Jesucristo, tras muchos días de oración
y ayuno. No sufro por las opiniones de los hombres y sólo
quiero hacer la Voluntad de Dios. No obstante, considero importante
que mucha gente en África, en Europa y en otras partes, quienes
han confiado en mi guía o han sido bendecidos por Dios mediante
el instrumento de mi ministerio estén debidamente informados
sobre las razones y motivos de esta acción, no sea que alguien
trate de difamar o tergiversar mis propósitos para sus propios
beneficios.
El domingo, 27 de mayo del 2001, seré bendecido en matrimonio
con Maria Sung, doctora de acupuntura y una sierva amante y ferviente
del Señor. Como un sacerdote célibe, el matrimonio
se encontraba completamente alejado de mi pensamiento. Sólo
mediante el mandato de Jesús y el asesoramiento y apoyo del
Revdo. y la Sra. Moon, doy este paso inesperado y atrevido, una
decisión con la que he luchado por algún tiempo en
mi corazón. A petición mía y de mi futura esposa,
el Revdo. y la Sra. Moon oficiarán la ceremonia de Bendición,
administrarán nuestros votos y consagrarán nuestra
unión, junto con ministros religiosos de varias denominaciones.
Mis razones para obedecer el mandamiento del Señor de que
sea bendecido en matrimonio son las siguientes:
I. La Palabra
de Dios: El propósito del matrimonio y de la familia
Como dice Génesis 1:27: “Dios creó al hombre a Su
imagen y semejanza, a imagen y semejanza de Dios los creó,
macho y hembra los creó...”. Nuestro Señor reafirmó
este pasaje cuando dijo: “No habéis leído que Dios
los creó macho y hembra, y por esta razón los dos
se harán una sola carne,... y lo que Dios ha unido que no
lo separe el hombre” (Mateo 19:4-7). En ello, nos está diciendo
que el matrimonio es en sí mismo el cumplimiento del propósito
de la creación, ya que hombre y mujer forman la imagen de
Dios, podemos reflejar plenamente Su Naturaleza sólo como
una pareja. Después de crear a Adán, Dios dijo: “No
es bueno que el hombre esté sólo” (Génesis
2: 18). Y su primer mandamiento fue: “Creced y multiplicaos, henchid
la tierra y sometedla”.
No obstante, el voto sacerdotal del celibato tiene un significado
profundo en la Providencia de Dios.
Nuestros primeros antepasados desobedecieron a Dios, tomando del
fruto prohibido. Avergonzados de su desnudez, cubrieron sus partes
bajas y se escondieron de Dios. Fueron expulsados del Jardín
y su matrimonio y vida familiar no tuvo nada que ver con Dios. La
humanidad ha heredado el linaje pecaminoso de estos padres caídos.
Jesús dijo: “Sois de vuestro padre, el Diablo, y queréis
cumplir sus deseos” (Juan 8:44).
Debido al amor falso entre el hombre y la mujer desde el origen,
el sendero de total devoción al servicio de Dios ha requerido
que sacrifiquemos tales deseos humanos. San Pablo explicó
la lucha entre servir a
Dios y el matrimonio, alabando a los que “se abstengan del matrimonio”
(Mateo 19:12). Jesús reconoció a los que “se han hecho
como eunucos por el Reino de los Cielos” (Mateo 19:22). Por todo
ello, he ofrecido mi voto de celibato con todo mi corazón.
Con la sangre de nuestro falso padre, Satanás, corriendo
por nuestras venas no podemos entrar en el
Reino de los Cielos a menos que no nazcamos de nuevo, recibiendo
el cuerpo y la sangre de Jesús, y heredando el amor, la vida
y el linaje mediante Su hijo unigénito. Por ello, he celebrado
y continuaré
celebrando misa todos los días de mi vida, porque la Sagrada
Comunión representa la unión más verdadera
e intima con nuestro Padre Celestial.
Aún así, Dios me ha mostrado que la unión de
un hombre y una mujer de fe es el auténtico reflejo de la
Santa Trinidad. Así como Dios Padre es uno y se manifiesta
en la unión mística de Jesús y el Espíritu
Santo, Dios también puede estar presente plenamente en la
unión entre un hombre y una mujer en la comunión del
matrimonio. San Pablo exaltó la relación entre Jesús
y la Madre Iglesia como un modelo para el matrimonio (Efesios 5:22-32).
La Iglesia primitiva, como Pablo, vieron el matrimonio como una
penosa necesidad.
Gradualmente, la vocación del matrimonio y su sagrado propósito
original han sido resucitados. Al término del segundo milenio
de la cristiandad, muchos dentro de la Iglesia se han dado cuenta
de que el celibato ya ha cumplido su propósito. Estamos entrando
en la era donde cada hombre y mujer está llamado a cumplir
el propósito original de reflejar la imagen de Dios.
Tristemente, muchos son incapaces de reconciliar este anhelo original
con sus votos de celibato, y este
compromiso ha llegado a ser un cascarón vacío, un
estándar inalcanzable. Todo tipo de impurezas, incluso de
lujuria innatural,
hijos ilegítimos y otros secretos horribles han pesado sobre
las vidas de
aquellos que buscan servirle a Él. El incremento de la homosexualidad
y los embarazos
entre sacerdotes y monjas han llegado a ser de conocimiento
público. De esta manera, la sangre de Satanás ha seguido
fluyendo a través de la Iglesia de Dios. Esta sangre satánica
debe ser limpiada, y el verdadero amor, la verdadera vida y el verdadero
linaje de Dios deben ser restaurados. Parafraseando a Pablo, ha
llegado la hora de crecer, de dejar las cosas de niño y afrontar
la verdad cara a cara, no vagamente, como a través de un
espejo.
Mi vida ha sido una confrontación con el Demonio.
Ahora, respondiendo
a la llamada de Dios de asemejarme a Él plenamente y restaurar
Su ideal original del matrimonio, oro para abrir el camino a muchos
otros a separarse de Satanás, purificar sus espíritus
y sus cuerpos, y ayudar a que la Iglesia se limpie y renueve.
II. Mi llamada
y misión
El 3 de abril de 1973, descubrí, casi por casualidad, que
estaba bendecido con el don de la curación. Desde entonces,
Dios no ha cesado de usar mi don para bendecir a muchos. El Espíritu
del Señor está sobre mí, ya que me ha ungido
para predicar el evangelio, curar a los enfermos, y aún más
allá de lo que espera, exorcizar demonios. Siendo obediente
a Dios como Su instrumento, tuvieron lugar incontables milagros.
Miles y miles de personas fueron bendecidas gracias a este ministerio.
Tanto médicos como curanderos fueron testigos del poder de
Dios y muchos entraron en la Iglesia del Señor mediante la
predicación del evangelio y el carisma de la curación.
Poderosas experiencias espirituales sucedieron entre la congregación
de los fieles. Las Hijas del Redentor, los Hermanos de San Juan
Bautista, los hijos del Buen Pastor Jesús, y numerosos ministerios
y misiones han florecido por medio del derramamiento del Espíritu
Santo. Llegué a conocer la presencia poderosa de la obra
del mundo espiritual. Muchos en la jerarquía de la Iglesia
no entendieron estas manifestaciones del Espíritu y trataron
de controlarlas o limitarlas, restringiendo mi ministerio. A pesar
de mi devoción a la Palabra de Dios, el servicio diario de
misas y mi compromiso con la Santa Iglesia, fui acusado, temido
y calumniado. Además, observé que el dominio de la
cultura europea sobre la Iglesia estaba limitando el mensaje cristiano
y evitando que los africanos descubriesen su valor original y su
identidad espiritual. A la par que amaba a la Iglesia y sus tradiciones,
estaba decidido a ayudar a superar el sentimiento impuesto de inferioridad
cultural que experimenta África y de traer una nueva vitalidad
al Cristianismo alimentándolo con el terreno rico de la herencia
africana. También estos esfuerzos me pusieron en contradicción
con algunas autoridades de la Iglesia.
Mis esfuerzos por realizar la misión encomendada por Dios
se han visto progresivamente frustrados,
bloqueados y, incluso, saboteados por algunas autoridades eclesiásticas.
Fui acusado de todo tipo de
males terrenales y espirituales, fui llamado a Roma, querellado,
interrogado, examinado y aislado. Se
esparcieron rumores grotescos sobre mi. A pesar de que respondí
una a una a todas las acusaciones, estaba claro que no se me permitiría
volver al arzobispado de Lusaka para servir al pueblo africano que
yo tanto amaba. Obedientemente, he residido en Roma cerca de veinte
años. A pesar de que se me impidió celebrar misa en
cualquiera de las iglesias dentro de los límites de la ciudad,
no podía abandonar la llamada a predicar el evangelio, curar
los enfermos y echar a los malos espíritus. A mi pesar, he
llegado a ser un reto para la Iglesia que tanto amo, y la Iglesia
que tanto amo ha llegado a ser una cadena que me ha impedido cumplir
la misión dada por Dios. He luchado en mis oraciones, preguntándome
qué debía prevalecer: ¿ mi voto de obediencia
a la autoridad eclesiástica o mi promesa de obediencia a
Dios?
III. Mi amor
por la Santa Iglesia
A lo largo de todas las acusaciones, restricciones, calumnias y
exilio, mi profundo amor por la Santa
Madre Iglesia nunca ha vacilado. A pesar de haber sido separado
del pueblo al que fui llamado por Dios a
servir, y haber sido restringido de ofrecer los dones que el Espíritu
ha seguido manifestando por mí hasta
el día de hoy, he continuado en la observancia de la fe en
la que fui bautizado. Aunque algunos en cargos poderosos han sido
usados por el Diablo para atacarme, yo solo he pretendido proteger
y defender a la Iglesia de Dios. En esa lucha entre la llamada de
Dios y la obediencia a la Iglesia, sé que otros más
grandes que yo se han enfrentado al mismo dilema, desde santos a
reformadores. Como ellos, no deseo abandonar la Iglesia que tanto
amo y, no obstante, debo seguir lo que el Señor me pide.
Oro para que mi aceptación del ideal de Dios del matrimonio
y la familia, mi determinación a seguir el
mandato del Señor y la llamada de mi conciencia, y mi compromiso
por salvar a África puedan tocar el corazón de los
creyentes, y que sirva como una voz de alarma que despierte a la
Iglesia al entrar en este nuevo milenio. Hace dos mil años,
el pueblo preparado por Dios no se dio cuenta que el momento anunciado
había llegado. Mientras Jesús proclamaba la venida
del Reino y predicaba un nuevo evangelio, los que estaban aferrados
al pasado, le consideraban un demonio.
Cuando limpió el templo, los líderes religiosos sólo
les importaba la amenaza que éste representaba contra su
autoridad. No tuvieron ojos para ver ni oídos para oír.
Procuremos no repetir los pecados del pasado.
IV. Mi relación
con el Revdo. y la Sra. Sun Myung Moon
Sin lugar a dudas habrá aquellos que afirmen que he sido
influenciado indebidamente por otros para seguir este camino. Por
esta razón he explicado cuidadosamente la trayectoria pasada
que ha hecho este curso inevitable. Algunos creerán que me
han convertido y que me están controlando, pero os aseguro
que mis decisiones son las mías propias. Obedezco por encima
de todos y de todo el mandato del Señor Jesucristo. El Revdo.
y la Sra. Moon nunca me han pedido que dejara mi fe católica
para poder exaltar el ideal universal de la familia. Le he pedido
al Padre y Madre Moon que arreglen y consagren mi matrimonio debido
a mi respecto por la disposición especial que Dios les ha
dado para construir matrimonios y familias centrados en Dios. He
visto verdaderamente que el Reino de Dios sólo puede establecerse
en la Tierra mediante el verdadero amor, y que ese amor solo puede
ser realizado mediante familias centradas en Dios.
Están haciendo la obra del Señor.
Con el corazón en la mano puedo decir que el Revdo. Sun Myung
Moon es un hombre de Dios. Su ministerio empezó a partir
de una llamada de Jesucristo en su juventud. He sido testigo de
sus esfuerzos por unir a gente de todas las creencias y romper las
barreras raciales. Por largas horas, he orado a Jesucristo acerca
del Revdo. y la Sra. Moon, y el Señor me ha guiado a entender
y apreciar ese ministerio especial para construir familias centradas
en Dios entre gente de todas las creencias en la capacidad de Verdaderos
Padres. He observado que el Revdo. Moon conoce el mundo espiritual
de una manera profunda al igual que yo lo he experimentado.
Pido a todos los creyentes que pongan toda su preocupación
en encontrarse con el Dios vivo y hacer
Su Voluntad, y que oren para que mi amada Iglesia tome medidas encaminadas
a la reestructuración de su “modus administrandi” A aquellos
que quieran condenar el mensaje y el ministerio universal del Padre
y Madre Moon sin una investigación personal, les recuerdo
que prácticamente todos los santos y profetas fueron malentendidos
y rechazados. Sólo puedo recordar las palabras de Esteban
en Hechos 7:51-52: “¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazón,
siempre resistís al Espíritu santo! Así como
hicieron vuestros padres así también vosotros. ¿A
qué profeta no han perseguido vuestros padres? Y han matado
a aquellos que anunciaron la venida del justo, a quien vosotros
habéis traicionado y asesinado”.
V. Nuestro
futuro
A pesar que mi corazón está apenado por aquellos que
amo y que aún no entienden el camino que estoy tomando, estoy
lleno de alegría por la oportunidad de ofrecer todo mi corazón
y alma y de usar libremente una vez más todos los dones que
Dios y ponerlos a Su servicio. Mi compañera Maria y yo retornaremos
a África, un continente que sufre los estragos del SIDA,
un continente sumergido en la confusión política,
económica y social, no obstante una tierra con una herencia
rica en valores tradicionales de familia, comunidad, respecto por
los mayores y espiritualidad.
Es nuestra misión renovar esa herencia y llevar el amor sanador
de Cristo, y usar la piedra angular de
familias de fe para reconstruir la sociedad. Dios nos ha llamado
para que fomentemos un movimiento de
curación y renovación, y voy a invertir el resto de
mi vida terrenal en el continente donde nací. Debo mi
vida y mi amor al Señor Jesucristo y la Santa Madre María.
Quiero ofrecer mi gratitud eterna y respeto al
Santo Padre Juan Pablo II. Ahora y siempre me dedicaré a
la iglesia que amo.
El mismo Dios vivo que me ha guiado a una vida de servicio a Su
Iglesia y Su pueblo, me ha guiado ahora a trabajar con los honorables
Revdo. y Sra. Moon. No me estoy uniendo a la iglesia del Revdo.
Moon, pues su trabajo no es para ninguna iglesia, nación
o raza en particular. Su trabajo es romper las barreras entre todas
las razas, naciones y credos y realizar el Reino de Cielos en la
Tierra. Recé a Jesús, y el Señor en persona
me ha me ha mostrado que Su reino debe establecerse mediante el
corazón y las manos del ser humano, y debe estar basado en
el verdadero amor y en verdaderas familias. Él ha ungido
este ministerio y ha confirmado la rectitud de mi camino. Le doy
gracias a Dios por la visión y el ejemplo del Revdo. y la
Sra. Moon, y juro trabajar con hombres y mujeres de todos los credos
para realizar el ideal de Dios de un mundo de paz, felicidad y amor
que es la misión última de toda religión. Que
Dios bendiga a todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia.
Emmanuel Milingo
Ex arzobispo de Lusaka, Zambia
|