Encuentro
interdicasterial con los cardenales de Estados Unidos (Vaticano,
23-24 de abril de 2002). Mensaje a los sacerdotes de los Estados
Unidos.
Nota: los pormenores básicos de esta cumbre se analizan
en el capítulo 9 del libro Pederastia
en la Iglesia católica.
Nosotros, los cardenales y la presidencia de la Conferencia episcopal
de Estados Unidos, reunidos con nuestros hermanos cardenales de
la Curia romana en torno al Sucesor de Pedro, deseamos dirigiros
unas palabras en particular a vosotros, sacerdotes hermanos nuestros,
que os prodigáis día a día con tanta generosidad
al servicio del pueblo de Dios.
Durante nuestro encuentro habéis estado muy presentes en
nuestro pensamiento y en nuestro corazón, pues conocemos
bien la pesada carga de dolor y vergüenza que estáis
soportando por culpa de algunos que han traicionado la gracia del
Orden sagrado abusando de los que habían sido encomendados
a su cuidado. Lamentamos que la vigilancia episcopal no haya sido
capaz de evitar a la Iglesia este escándalo. La Iglesia entera,
la Esposa de Cristo, está triste por esta herida: en primer
lugar, las víctimas y sus familias, pero también vosotros,
que habéis dedicado vuestra vida al "sagrado oficio
del Evangelio de Dios" (Rm 15, 16).
A todos os expresamos nuestra profunda gratitud por cuanto hacéis
para que el Cuerpo de Cristo progrese en santidad y amor. Nos comprometemos
a ayudaros con todos los medios a nuestro alcance en estos momentos
de prueba, y os pedimos que estéis unidos a nosotros en el
vínculo del sacerdocio, mientras tratamos con todo empeño
de llevar la gracia sanante de Cristo a las personas a quienes servimos.
Estamos en plena armonía con las palabras que el Santo Padre
pronunció ayer en su discurso:"No debemos olvidar tampoco
el inmenso bien espiritual, humano y social, que ha hecho y sigue
haciendo aún la gran mayoría de los sacerdotes y los
religiosos en Estados Unidos. (...) A las comunidades católicas
en Estados Unidos, a sus pastores y miembros, a los religiosos y
religiosas, a los profesores de las universidades y las escuelas
católicas, a los misioneros americanos en todo el mundo,
va la más sincera gratitud de toda la Iglesia católica
y la gratitud personal del Obispo de Roma".
A la vez que dirigimos nuestra mirada al futuro, imploramos juntos
del eterno Sumo Sacerdote la gracia de vivir este tiempo de prueba
con valentía y confianza en el Señor crucificado.
Esto nos recuerda el mandato de nuestra ordenación:"Imita
lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz
del Señor" (Rito de la ordenación); y constituye
una parte vital de lo que ofrecemos a la Iglesia mientras atraviesa
este tiempo de dolorosa purificación.
Desde la casa del Sucesor de Pedro, que nos ha confirmado en la
fe, también nosotros queremos confirmaros a vosotros en el
humilde y eminente servicio del sacerdocio católico al que
hemos sido llamados.
¡La paz esté con vosotros!
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