El
ya basta de la monjas
Exponen
religiosas sus demandas al Vaticano; exigen crear un ombudsman religioso
por
Rodrigo Vera, El Norte, México,
19 de Agosto de 2003
APRO
MEXICO.- Hartas
de los constantes atropellos a sus derechos humanos -que van desde
ser utilizadas como simples "sirvientas", hasta sufrir
violaciones sexuales de sus superiores religiosos-, las monjas mexicanas
empiezan a integrarse a un gran movimiento internacional de protesta
que no sólo pide
castigo para los sacerdotes violadores, sino también exige
que, dentro de la Iglesia, las mujeres tengan iguales derechos que
los hombres.
A través de sus organizaciones mundiales -como la Federación
Internacional de Monjas o la Coalición de Monjas Americanas-,
las religiosas ya organizan sus propios "sínodos"
y encuentros internacionales para exponer sus demandas al Vaticano:
alto a los abusos sexuales en su contra, crear un ombudsman religioso,
celibato opcional, ejercer sus preferencias lésbicas, ser
sacerdotisas y obispas... Esta inusitada rebelión de las
religiosas ya provoca choques con el Vaticano, como el ocurrido
en junio del 2002, cuando siete monjas fueron ordenadas sacerdotisas
por el Arzobispo argentino Rómulo Braschi. El Vaticano inmediatamente
desconoció la ordenación y las excomulgó.
Todo esto
coincide con la exhibición en México de la película
En el nombre de Dios, en la cual se revelan los maltratos, los abusos,
incluyendo los sexuales, y las vejaciones que miles de mujeres -huérfanas,
madres solteras y jóvenes violadas- sufrieron por parte de
la congregación católica de las Hermanas de la
Magdalena en Irlanda, desde los setenta hasta mediados los ochenta.
La ex monja mexicana Pilar Sánchez Rivera, una de las más
destacadas impulsoras de los cambios, revela: "Contra ese abuso
de poder y centralismo eclesiástico, está irrumpiendo
un cambio dentro de la Iglesia, en el que muchas congregaciones
de religiosas llevan la delantera. Por ejemplo, ya no conciben al
cuerpo como enemigo del alma. Tienen nuevas propuestas. Por eso
surgió la teología feminista, que los teólogos
han ido asimilando".
"Hay sacerdotes en México que nos apoyan. En otros países,
algún obispo o cardenal. Algunos lo reconocen públicamente,
otros no", dice. Y agrega: "A las mujeres nos está
negado acceder al sacerdocio. La participación en actividades
rituales, ministeriales y administrativas es sólo para unos
cuantos. Aquí también quedan excluidos los hombres
casados y los homosexuales. Esta centralización es un abuso".
Religiosa franciscana durante 12 años y ahora dedicada a
defender los derechos humanos de las mujeres católicas, Pilar
Sánchez señala que son frecuentes en México
los abusos sexuales de sacerdotes contra las monjas. "En México,
ha habido abusos y violaciones sexuales contra nuestras religiosas.
Sin embargo, a muchas de ellas las forma un obispo o un sacerdote,
por lo que están muy sujetas al control jerárquico
y no denuncian. Aquí todavía no existe, pues, una
cultura de la denuncia." En México, los dos centros
de derechos humanos que atienden a este tipo de víctimas,
el Departamento de Investigaciones Sobre Abusos Religiosos (DIAR)
y el Instituto Cristiano de México (ICM), tienen registrados
muy pocos casos de atropellos a religiosas.
Raymundo Meza, director jurídico del DIAR, comenta: "Nosotros,
actualmente sólo manejamos los casos de dos monjas, en el
Distrito Federal, que fueron seducidas por sus superiores jerárquicos.
Están muy dañadas sicológicamente. Obviamente
que no puedo mencionar sus nombres. Son las únicas denuncias
que tenemos de este tipo".
-¿A qué atribuye la renuencia de las monjas a denunciar?
- El mismo hecho de vestir los hábitos es un gran obstáculo
para luchar contra la jerarquía. Hay un aspecto sicológico
que las inhibe. Para la Iglesia, las monjas son una especie de sirvientas,
cuya función es obedecer. Lo curioso es que muchas de ellas
abandonan la vida monacal, y hasta entonces dejan su
inhibición y se transforman en abiertas defensoras de los
derechos humanos, como sucedió con la religiosa dominica
Digna Ochoa.
El nuncio seductor
Raymundo Meza cuenta que, en 1996, el DIAR llevó el caso
de siete monjas del convento de las Carmelitas Descalzas de Santa
María de la Fe, en Ciudad del Carmen, Campeche. Estas religiosas
se quejaban de los malos tratos de su superiora, María Josefina
de Jesús Apango López, quien además se negó
a apoyarlas médicamente, cuando varias de ellas resultaron
con graves quemaduras al explotar un tanque de gas. Aparte, denunciaban
abusos sexuales solapados por su superiora.
Las monjas pusieron su queja ante su entonces superior provincial,
Bernardo Chehaibar, y ante el Obispo de Campeche, José Luis
Amezcua Melgoza. Al no recibir respuesta, enviaron una carta a Roma,
dirigida al padre general de los carmelitas descalzos, Camilo Maccise,
quien les respondió el 16 de julio de 1996, mediante una
carta en la que les decía que sólo a "nivel local"
se podía "estudiar el caso", y que con la "gracia
y protección" de la Virgen saldrían de "todas
las dificultades". Ante esto, las monjas optaron por abandonar
el convento.
Raymundo Meza comenta: "El DIAR les brindó atención
sicológica y las apoyó en sus demandas laborales,
puesto que querían una indemnización. Pero nada pudimos
hacer, ya que el noviciado voluntario y todas esas cosas hicieron
muy endeble nuestra demanda laboral. Los abusos quedaron impunes".
El Centro de Investigaciones del ICM logró documentar otro
caso que, a mediados de los 90, sólo se ventiló en
los altos círculos eclesiásticos: los abusos sexuales
que Jerónimo Prigione, entonces Nuncio Apostólico
en México, cometía con la hermana Alma Zamora, de
la congregación Hijas de la Pureza de la Virgen María,
con sede en la ciudad de Aguascalientes.
El investigador Jorge Erdely, autor del libro Pastores que abusan
y director académico del ICM, relata que monjas de esa congregación
se encargaban del quehacer doméstico de la nunciatura -labores
de limpieza y cocina, cuidar las mascotas de Prigione...-, y entre
ellas se encontraba Alma Zamora, a la que Prigione escogió
como concubina.
Prosigue Erdely: "En 1994, la congregación efectuó
una dinámica grupal a la que llamó 'ejercicios de
discernimiento', que dirigió el entonces seminarista jesuita
Juan Ricardo Herrera Valenciano. Ahí se analizaron los conflictos
de conciencia provocados por el concubinato de Prigione y Alma Zamora,
por lo que las religiosas decidieron retirarse del servicio personal
del Nuncio. Y así se lo hicieron saber. Pero Prigione, aferrado,
no las quiso dejar ir y las amenazó con disolverles la congregación,
que entonces contaba con 300 religiosas y tenía presencia
sobre todo en el norte del País".
Prigione logró incluso que se les hiciera una visita apostólica,
dirigida por el Obispo Emilio Berlié Belaunzarán,
para inspeccionar si la espiritualidad y ortodoxia de las monjas
se apegaba a los lineamientos vaticanos. Así, las monjas
fueron sometidas a "interrogatorios inquisitoriales",
por lo que algunas sufrieron crisis nerviosas y fueron hospitalizadas.
El Vaticano, a través de la Congregación para Institutos
Religiosos y de Vida Consagrada, también intervino y, en
1995, dio un fallo fulminante: mientras Prigione estuviera en funciones
en México, las Hijas de la Pureza de la Virgen María
deberían servirle sin chistar.
"De este modo, las monjas tuvieron que acatar las órdenes
del Vaticano y seguir sometidas a los caprichos del nuncio",
comenta Erdely, doctor en filosofía y teología por
la Universidad de Oxford.
-¿Y qué pasó con la hermana Alma Zamora?
- ¡Qué iba a pasar! Contra su voluntad, siguió
siendo la concubina de Prigione hasta que dejó de ser nuncio.
El Vaticano, prácticamente, le había concedido derecho
de pernada. Este caso ejemplifica a la perfección lo que
es el abuso de poder que aplasta a las religiosas.
El complot del silencio
Pilar Sánchez pone su propio caso como ejemplo: "Yo
sé lo que es el poder de una sotana. A los siete años
de edad, cuando estudiaba en una escuela de religiosas, fui abusada
por un diácono". Cuenta que, pese a esta experiencia
traumática, decidió ser franciscana misionera de María.
Estudió en Roma. Fue misionera en Perú, donde participó
en la reforma educativa. Regresó a México para dirigir
el Instituto Tepeyac, de León, Guanajuato. Finalmente decidió
colgar los hábitos por parecerle "castrante" la
vida religiosa.
Actualmente imparte talleres, diplomados y conferencias en varios
países, colabora con algunas organizaciones de derechos humanos,
como Católicas por el Derecho a Decidir, donde es consultora
externa... A sus 58 años, mantiene constante comunicación
con monjas de todo el mundo.
-¿Qué clase de abuso padecen más frecuentemente
las religiosas?
- ¡El abuso de autoridad! Esa centralización de la
verdad absoluta, de la infalibilidad, de la iluminación y
el considerar a la deidad dentro del género masculino les
ha dado el poder a los hombres, erosionando la autoestima de las
mujeres. Todo eso se llama abuso. La única defensa que tenemos
es nuestra voz
interna, nuestra conciencia. Queremos desmontar esa fuerza negativa
e ir creando una reforma en la Iglesia.
Un documento revelador -indica-, precipitó la organización
y las protestas de las religiosas a nivel mundial: en 1994, la monja
Maureen O'Donohue, integrante de Médicas Misioneras de María,
inició una investigación en la que descubrió
que el hostigamiento sexual y la violación de religiosas
era una práctica común realizada por sacerdotes. Y
envió un informe al Vaticano para que castigara a los violadores.
Al año siguiente, en el 95, concluyó la investigación.
Los resultados del informe O'Donohue eran alarmantes. Los abusos
contra religiosas se extendían a 23 países. Salió
a relucir la gran cantidad de monjas embarazadas que, por lo mismo,
eran expulsadas de sus congregaciones. Las hubo infectadas de sida
u obligadas a abortar. Incluso se documentó el caso de un
sacerdote que embarazó a una monja y la llevó a abortar,
ahí perdió la vida y el sacerdote todavía ofició
la misa en su funeral.
Dice Pilar Sánchez: "El informe recogió testimonios
y pruebas médicas, datos verificables. No fue una fantasía".
-¿Y el Vaticano castigó a los culpables?
- No, hasta el momento no ha hecho nada, sólo ha cambiado
geográficamente a sus delincuentes, por lo que los abusos
continúan. Ante nuestras denuncias, el Vaticano instauró
el complot del silencio.
Después del 94, volvió a entregársele el informe
en 1998, a través de Joaquín Navarro Valls, vocero
del Vaticano, y del Cardenal Joseph Ratzinger, a cargo de la congregación
para la Doctrina de la Fe. Ellos dieron el acuse de recibo.
-¿Qué medidas están tomando ante el silencio
del Vaticano?
- El año pasado, presentamos el expediente formal ante la
ONU, ojalá y este organismo internacional pueda hacer algo.
Pedimos, entre otras cosas, que las monjas expulsadas sean reinstaladas
en sus comunidades religiosas, atención médica para
las infectadas de sida, apoyo legal y económico para los
hijos de quienes sufrieron la maternidad impuesta. Inclusive, ya
comienza a surgir la propuesta de que se instale un ombudsman religioso.
Fuente: m
o d e m m u j e r NUESTRAS INFORMACIONES (2000 - 2003)
2. Violencia en contra de las Mujeres * Violencia Sexual
2.111 El ya basta de la monjas (por Rodrigo Vera El Norte )
modemmujer - 01:19pm Aug 19, 2003
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