Algunas
notas sobre la vida de León X y de su predecesor y sucesor
en el cargo papal
Cuando incluí
el texto de la Taxa Camarae en mi libro Mentiras
fundamentales de la Iglesia católica no creí oportuno
adentrarme (ni hacía falta para el objetivo que abarcaba
esa obra) en la disoluta vida de los papas de aquella época
por considerarlo un tema de sobra conocido por todos, pero parece
que los miembros de apologetica.org prefieren obviar los aspectos
"humanos" de sus papas.
Dicen en su web los de apologetica.org que: "Desprestigiar
a la Iglesia, por otro lado, es cosa muy fácil de hacer,
considerando que la Iglesia tiene dos grandes desventajas: una,
la de estar formada por seres humanos (cosa que ya sabíamos
antes de Gay, por cierto); otra, la de hacerse responsable de sus
acciones (los católicos de hoy ven a León X y a todo
el resto de Papas como sus Papas, hayan sido lo que hayan sido)".
Pero, sin duda alguna, este "hayan sido lo que hayan sido"
no encaja nada bien con el glorioso himno de alabanza que entonan
en otra parte de su web: "Lo que hemos podido ver de los escritos
auténticos de León X es tan lejano del contenido de
la Taxa como el blanco del negro", ¿en qué quedamos?,
pero allá cada creyente con sus peculiares justificaciones
de lo injustificable...
No tengo tiempo ni ganas de resumir la bibliografía que trata
de la corrupción papal, pero sí aprovecharé
el texto que me ha enviado un lector latinoamericano al respecto.
Se trata del capítulo 15 del libro La vida sexual de los
Papas, de Nigel Cawthorne, editado por Grupo Editorial Tomo,
S.A. de C.V. (México), en octubre de 2000. Que es la traducción
del original de 1997
Sex Lives of the Popes, publicado por la londinense Prion
Books Limited, y traducido por
Marco Antonio Garibay M.
El relato de Nigel Cawthorne es fresco y directo. De su libro apenas
mostramos unos párrafos referidos a los papas Julio II (1503-1513),
León X (1513-1521) y Adriano VI (1522-1523). Obviamente,
remitimos al lector al texto original de Nigel Cawthorne y a sus
fuentes.
Cuando uno lee los muchos aspectos indecentes y delictivos de la
vida de León X (propios de toda una época y más
o menos generales en papas y príncipes, todo hay que advertirlo)
puede preguntarse con razón: ¿qué daña
más a la credibilidad y honorabilidad de la Iglesia, la atribución,
cierta o falsa, de la Taxa Camarae o la vida depravada de
ese Papa (y la de otros muchos)?
Fragmentos del capítulo
15 ("Santos Padres") del libro La
vida sexual de los Papas, de Nigel Cawthorne, Editorial Tomo
(México)
(...)
Aunque Julio II (1503-13) de inmediato se distanció de Alejandro,
su estilo era muy parecido al de los Borgia. Tenía una familia
con varios hijos, solía beber en exceso y usaba malas palabras.
Era fanfarrón y tenía relaciones sexuales con niños.
Era atractivo, padecía sífilis, tuvo muchas amantes,
una de las cuales le contagió la sífilis. Siendo cardenal,
Giuliano della Rovere tuvo tres hijas y se le apodó "el
terrible", ¡vaya reputación durante el reinado
de un papa Borgia!
Fue el
rival de Alejandro para el papado, y como temía que lo asesinaran
durante su reinado, casi todo el tiempo estuvo en Francia. Trató
de poner al Rey Carlos VIII de Francia contra Alejandro y establecer
un concilio para deponerlo. Pero Alejandro tuvo suficiente astucia
para obstaculizar esos planes, y el futuro Papa Julio II tuvo que
permanecer oculto hasta la muerte de Alejandro. Después del
breve papado de Pío III, usó el soborno para llegar
al papado en un cónclave que sólo duró un día.
Una vez que estuvo en el trono papal, decretó que de ahí
en adelante, cualquier que utilizara el soborno en un cónclave,
sería depuesto.
Además
de disfrutar el sexo, gustaba mucho de la comida. Incluso en Cuaresma
comía el mejor caviar, atún, camarones y lampreas
de Flandes. También le gustaba beber. El Emperador Maximiliano
dijo sin miramientos: "Julio es un Papa borracho y malvado".
Se
dice que para Julio la religión no era siquiera un pasatiempo.
Tenía un temperamento volcánico y solía golpear a cualquiera que
lo hiciera enojar con una vara que siempre llevaba consigo.
Se le recuerda como el Papa que obligó al escultor de 31 años, Miguel
Ángel Buonarotti, a abandonar su oficio en las canteras para pintar
el techo de la Capilla Sixtina. Miguel Ángel era tan caprichoso
como su patrón y con frecuencia peleaban a golpes. Estos dos hombres
tenían algo más en común. Cuando era cardenal, los nobles más importantes
lo acusaron de un "vicio anti-natural". Miguel Ángel era homosexual,
por supuesto. Se dice que Julio se agotó en dos años por llevar
una vida licenciosa "entre prostitutas y jovencitos".
Los autores contemporáneos decían que era "un gran sodomita", y
de acuerdo con un tratado escrito en el Siglo XVII, "este hombre
abusó de dos caballeros jóvenes, entre otros muchos". Al parecer,
estos jóvenes eran dos nobles "que la Reina Ana de Francia había
mandado con el Cardenal de Nantes para recibir instrucción". El
autor no dice sobre qué se les iba a instruir, pero es obvio que
el programa no incluía "ese acto".
Se dice que Julio II sedujo a un joven alemán. Esta conquista se
conmemora en este verso: Vino a Roma un atractivo alemán, /Pero
regresó convertido en mujer. Era liberal cuando se trataba de los
placeres de otros. Publicó una bula papal el 2 de Julio de 1510
estableciendo un burdel donde las jóvenes pudieran ejercer su oficio.
León X y Clemente VII aprobaron esto, con la condición de que una
cuarta parte de los bienes y propiedades personales de las cortesanas
que trabajan ahí pasaran, después de su muerte, a las monjas de
Santa María Magdalena. Julio II fue quien concedió a Enrique VIII
la dispensa que le permitía casarse con la viuda de su hermano Arturo,
Catalina de Aragón.
(...)
Después de la
muerte de Julio, el Cardenal Farnese salió del cónclave a la Plaza
de San Pedro gritando "¡Balas! ¡Balas!" La multitud supo de inmediato
lo que quería decir. Sabían que el Papa sería Giovanni de'Medici:
palle, es decir "balas" eran un elemento prominente en el escudo
de los Medici.
Giovanni de 'Medici se convirtió en el Papa León X (1513-21). También
tuvo varios hijos bastardos, pero su sucesor en el papado fue Giuliano
de'Medici, el hijo bastardo de su hermano que llegó al trono de
San Pedro con el nombre de Clemente VII (1523-34).
Cuando lo eligieron, León le dijo a Giuliano, que era cardenal:
"Dios nos ha dado el papado. Disfrutémoslo". Y ciertamente lo hizo.
Incluso la Enciclopedia Católica admite que León X "consideraba
la corte papal un centro de diversiones."
Los habitantes de Roma se sorprendieron un poco al saber que León
X no había traído su amante a Roma, sino que, a pesar de tener un
hijo ilegítimo, sus preferencias no estaban en la heterosexualidad.
El estadista florentino Francesco Guicciardina dijo que el nuevo
papa tenía apego excesivo a la carne, "en especial a placeres que
por delicadeza no se pueden mencionar". Según Joseph McCabe, León
X era "un sibarita burdo, frívolo y cínico, que probablemente se
entrega al vicio de la homosexualidad en el Vaticano".
"Era muy afecto a la ociosidad, al placer y a los placeres carnales,
y en consecuencia tuvo muchos hijos bastardos, a quienes nombró
Duques, los hizo grandes Señores; e hizo que se casaran con mujeres
de las mejores familias", según cuentan los relatos contemporáneos.
Amaba a los jovencitos y al licor. También fue patrono de Miguel
Ángel y Raphael.
Es posible que el origen de su homosexualidad sea el hecho de que
desde su infancia lo encerraron en diversas abadías y prioratos.
Lo nombraron abad a los siete años, a los once tomó posesión de
la famosa Abadía de Monte Casino y a los trece ya era cardenal;
el más joven de la historia, aunque Benedicto IX había llegado a
Papa a los doce años.
Siendo Cardenal, inició el tipo de vida que tenía la intención de
continuar. De inmediato empezó a vender indulgencias para enriquecer
a su familia. Al parecer, fue discreto respecto a sus inclinaciones
sexuales, y sólo "salieron a la luz" cuando llegó al papado. Pronto
estas inclinaciones fueron evidentes. Su amigo y biógrafo, el Obispo
Biovio, dijo abiertamente: "Tampoco estuvo libre de la desgracia
ya que al parecer tenía un amor desordenado hacia algunos de sus
camarlengos, que eran miembros de las familias más nobles de Italia,
les hablaba con ternura y hacía bromas". Era obvio que había practicado
la sodomía por años. Cuando lo eligieron, padecía úlceras crónicas
en la espalda y tuvieron que llevarlo al cónclave en camilla.
Su coronación fue más como la de un Emperador que la de un Papa.
El Cardenal Farnese puso la tiara papal en la cabeza de León X y
dijo: "Recibe la tiara adornada con tres coronas y sabe que eres
padre de príncipes y reyes, triunfador sobre todo el mundo en la
tierra y Vicario de Nuestro Señor Jesucristo a quien se debe honor
y gloria infinitos."
Más tarde León, vistiendo una túnica bordada en oro y cubierta de
joyas, montó un caballo turco blanco para encabezar una procesión
de 2500 tropas y 400 reyes, príncipes, prelados y nobles, a lo largo
de una ruta adornada con banderas, adornos y estatuas de santos,
entre las que se habían colocado estatuas de dioses romanos. Pasaron
por el Foro Romano, el Coliseo y el Palacio Lateranense. Para esta
procesión de su coronación, ordenó construir un arco con esta leyenda:
"Marte ha reinado, Pallas le siguió, pero el reinado de Venus sigue
por siempre".
Durante la noche hubo celebraciones y fuegos artificiales. Toda
esta extravagancia le costó 100.000 ducados. Esa noche, celebró
su coronación en privado con su amante Alfonso Petrucci de Siena,
a quien León nombró cardenal.
León era generoso con las diversiones que proporcionaba a su amante.
Era un gran cazador y un consumado gourmet, y tenía un coto de caza
cerca de Roma para su uso exclusivo y el de los cardenales, el cual
abarcaba diez millas cuadradas de bosque. A cualquier intruso que
fuera encontrado ahí, se le cortaban las manos y los pies, se quemaba
su casa y sus hijos eran vendidos como esclavos.
Le encantaba organizar bailes de máscaras para sus cardenales y
sus damas, y ofrecía suntuosos banquetes en los que de los pudines
salían jóvenes desnudos. Una comida, a la que asistió el embajador
de Venecia, constó de sesenta y cinco platos, con tres platillos
cada uno, servidos a una velocidad asombrosa.
"Apenas habíamos acabado de comer un delicioso platillo, cuando
ponían ante nosotros otro plato", escribió su Excelencia, y todo
se sirvió en vajillas finísimas, que su Eminencia poseía en gran
cantidad. Al final de la comida, nos levantamos de la mesa que estaba
repleta de deliciosos alimentos; el ambiente estaba lleno de los
sonidos del concierto continuo que se tocaba tanto adentro como
a la intemperie y con cada instrumento que se pudiera conseguir
en Roma: flautines, clavicordios, liras de cuatro cuerdas, y las
voces de un coro".
Los platillos incluían sesos de monos, lenguas de perico, peces
vivos de Constantinopla, carne de simio, codorniz y ciervo, todo
preparado con exquisitas salsas y servido con vinos aromáticos y
fruta de tres continentes. León era inmensamente rico, así que se
ahorraba el lavado de platos haciendo que las vajillas de plata
se lanzaran al Tíber al terminarse cada platillo.
Adquirió la reputación de ser en extremo extravagante. Entre otras
cosas, solía jugar a las cartas con sus cardenales y permitía que
el público se sentara como espectador. Cada vez que ganaba una mano,
lanzaba puñados de monedas de oro a la multitud. El costo de sus
actividades culturales y militares, aunado a su gusto por ornamentos
papales cada vez más caros, finalmente llevó a la tesorería papal
a la quiebra.
León también era muy bromista. En una ocasión, hizo que cubrieran
carroña con una salsa de sabor fuerte. Fingiendo que era un platillo
papal, se lo sirvió a los pobres. Hizo que un sacerdote anciano
llamado Barballo, que estaba orgulloso de sus malos versos, fuera
nombrado poeta laureado. Después de otorgarle la corona de laurel,
se hizo un desfile en su honor, y el viejo poeta iba montando un
elefante blanco que el Rey de Portugal le había obsequiado al Papa.
León tenía un archivo con información sobre el mal comportamiento
de otros con el propósito de chantajearlos. Una noche, un noble
romano, Lorenzo Strozzi, invitó al Cardenal Cibó y a otros tres
cardenales a una fiesta privada. Cuando los invitados llegaron,
los hicieron entrar a una funeraria, llena de calaveras, cuerpos
desnudos, sangre, cabezas de cerdo e instrumentos de tortura. Después
fueron llevados a un opulento comedor donde meseras y meseros de
excelente apariencia servían exquisitos platillos. Mientras comían,
se divertían viendo payasos, bufones y músicos. El clímax de la
noche fue un espectáculo presentado por Madre Mía, la prostituta
más solicitada de Roma y su grupo.
A las 7 de la mañana del día siguiente, había un informe sobre la
fiesta de Strozzi sobre el escritorio de León X. Mandó llamar a
Cibó y le preguntó cuál era el origen de la expresión española "Madre
Mía". ¿Se refería tal vez a la Madre de Cristo?, Aunque Cibó todavía
estaba sufriendo una resaca, entendió lo que el Papa quería decir.
León también presentaba obras teatrales en su palacio, pero prefería
comedias atrevidas y farsas más o menos indecentes a obras dramáticas
serias. Uno de los autores de estas obras libertinas era un hombre
importante de la Iglesia, el Cardenal Bibbiena.
En un carnaval de primavera, León produjo una obra teatral en la
que aparecían ocho ermitaños y una "virgen". La mujer, desnuda,
representaba a Venus, y los ermitaños se convertían en sus lujuriosos
amantes, que después se asesinaban unos a otros por su amor.
"Es difícil juzgar qué deleita más a Su Santidad: los méritos de
los eruditos o las artimaños de los necios", dijo Pietro Aretino,
quien disfrutaba del patrocinio de León X. Es bien conocido como
autor de obras pornográficas durante el Renacimiento, y se hizo
famoso al escribir los sonetos que acompañarían a los dibujos de
las 16 posturas sexuales conocidas hechas por Giuliano Romano, un
talentoso discípulo de Raphael, que también es responsable de muchos
de los frescos del Vaticano. Esta obra fue notoria en Roma en esa
época. En 1516, Aretino escribió, en broma, un testamento sobre
Hanno, el elefante favorito de León X, en el que heredaba los enormes
genitales del animal a uno de los cardenales más lujuriosos del
Papa.
Ese mismo año, cuando Roma se divertía al máximo, se realizó un
capítulo general, que denunció los intolerables abusos de algunos
abades que ignoraban toda obediencia a la regla del celibato y se
atrevían a tener mujeres, con el pretexto de que las necesitaban
para servicios domésticos. León X hizo un débil esfuerzo para reformar
las cosas, prohibiendo la venta sistemática de licencias de concubinato
al clero. Eso no ayudó. El artista renacentista, Benvenuto Cellini,
que padecía sífilis, informó tristemente que "la enfermedad era
muy común entre los sacerdotes".
León elevó la simonía a nuevas alturas, con el fin de conseguir
fondos para su nuevo proyecto. Contra toda prudencia, decidió demoler
la Basílica Celestina, que tenía 12 siglos de existencia, y construir
una nueva. Aunque había 7000 prostitutas registradas en roma para
una población de menos de 50000 habitantes, los burdeles del Papa
no producían suficiente dinero. De modo que a León no le afectó
vender puestos de cardenales a ateos, si podían cubrir el precio
adecuado que era de 24.999 a 70000 ducados.
El amante de León, Alfonso Petrucci, no tuvo que pagar por su título,
pero en cuanto fue nombrado cardenal, se dio cuenta que estaba solo
a un paso del papado. Sobornó al médico florentino Battista de Vercelli
para que envenenara a León, introduciéndole veneno en el ano mientras
le operaba las hemorroides. Por desgracia, la policía secreta del
Papa interceptó una nota en que se describía el plan. Bajo tortura,
de Vercelli confesó y fue ahorcado, desollado y descuartizado.
Sabiendo que su numerito se había terminado, Petrucci huyó. Pero
León mandó al embajador de España a decirle que le garantizaba salvoconducto
si regresaba a Roma de inmediato. Petrucci cometió el error de aceptar.
En cuanto llegó a Roma, León hizo que lo encerraran en el terrible
calabozo de Sammarocco, en los sótanos del Castillo de Sant' Angelo.
Todos los días lo torturaban en el potro. Cuando el embajador de
España se quejó de que se había manchado su palabra de honor, ya
que él había garantizado un salvoconducto a Petrucci, León le dijo:
"No es necesario cumplir las promesas hechas a un envenenador".
En la confesión que hizo bajo tortura, Petrucci admitió: "En ocho
ocasiones, yo el Cardenal Petrucci, fui al consistorio con una daga
bajo mi ropa esperando la oportunidad para matar a de' Medici".
Petrucci fue condenado a muerte. Pero como el Papa no podía permitir
que un cristiano pusiera un dedo sobre un príncipe de la Iglesia,
hizo que un moro estrangulara a Petrucci. Con el debido respeto
a su categoría, se utilizó una cuerda de seda color púrpura para
acabar con su vida.
Se absolvió a otros cuatro cardenales que habían sido parte del
complot, pero sólo después de presentar cuantiosas reparaciones.
Después, León se confortó con un muchacho cantante llamado Solimando,
que era nieto del sultán Mehmet, un turco que se apoderó de Constantinopla
en 1453. El Padre de Solimando, que era nieto del Sultán Djem, que
había sido asesinado por Alejandro VI por órdenes de su hermano
el Sultán Bayezid.
Se decía que León X era ateo. Después de escuchar al Cardenal Bembo
hablar sobre el gozoso mensaje de Nuestro Señor, León comentó que
a lo largo de la historia había sido bien conocido para el mundo
que la fábula de Cristo "ha producido ganancias para nosotros y
nuestros asociados".
Esta actitud cínica hacia el papado fue la gota que derramó el vaso.
Durante el reinado de León X, Martín Lutero clavó sus noventa y
cinco tesis en la puerta de la iglesia de Wittenburg, denunciando
la venta de indulgencias, la simonía y la corrupción. Después también
se rebeló contra el celibato clerical.
Después de la muerte de León X, el holandés Adrián VI (1522-23)
fue Papa por un breve período. En 1522, dijo en la asamblea de Nuremberg:
"por muchos años, han ocurrido cosas abominables en la Silla de
San Pedro, abusos en asuntos espirituales, transgresiones a los
mandamientos, y todo aquí se ha pervertido con maldad". Pero después
de ese breve y aburrido interludio, volvió la diversión. Clemente
VII (1523-34) era "un bastardo, un envenenador, un sodomita, un
adivinador, y un ladrón de iglesias". El cronista Paulus Jovius
relata "diversas abominaciones".
Era el hijo bastardo de Guiliano de' Medici y su amante Fioretta.
Al ser ilegítimo, no debió calificar para el papado, pero León X,
que era su tío, resolvió el problema. Al igual que León X, Clemente
VII era ateo y con todo descaro compró la elección distribuyendo
60.000 ducados entre los cardenales del cónclave. Tomó a una mujer
negra como amante. El historiador italiano Gino Capponi la descibe
como "una esclava mora o mulata". Era esposa de un arriero de mulas
que trabajaba con una tía del Papa. Clemente tuvo un hijo con ella,
Alessandro, que se convirtió en el primer Duque hereditario de Florencia,
después de que Clemente aboliera la antigua constitución de esa
ciudad. Los florentinos lo conocían como "El Moro" y la Enciclopedia
Italiana dice que el color de su piel, sus labios y su pelo revelaban
su origen africano. Así lo muestra el retrato que le hizo Bronzino,
y Benvenuto Cellini, que trabajó para Alessandro, dice que todos
sabían que Alessandro era hijo del Papa.
...Y los de
apologetica.org me acusan de calumniar a León X por atribuirle
la autoría de la Taxa Camarae, que no pasa de ser
un cuento de hadas frente a la vida de este santo varón y
príncipe de la Iglesia, pues que Santa Lucía les conserve
la vista.
Habrá que dilucidar, cuando se pueda acceder a todos los
documentos históricos pendientes de revisar, si León
X fue o no el autor de la Taxa Camarae, pero ni en el más
favorable de los casos mejorará un ápice la imagen
de ese despreciable ser humano que se sentó en la llamada
"Silla de Pedro".
|